28 ENE 2024 - Cada tonelada cuenta

Día Internacional de la Reducción de Emisiones de CO2

Imagen de notiica

"En la naturaleza, nada se desperdicia y todo tiene un propósito". Esta frase, que encapsula la esencia del ciclo de la vida, también refleja el enfoque que debemos adoptar frente a los residuos orgánicos. A medida que nos acercamos al 2025, ecuador de las fechas establecidas en los acuerdos de Paris, es momento de reflexionar sobre nuestro papel y responsabilidad en la construcción de un futuro sostenible. Los residuos orgánicos, a menudo subestimados, ofrecen una oportunidad sin
precedentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, fomentar la economía circular y redefinir nuestra relación con el medio ambiente. Este artículo profundiza en las múltiples dimensiones de este potencial, destacando la importancia crítica de una gestión eficiente y sostenible de estos recursos.

LA PROBLEMÁTICA MUNDIAL DE LAS EMISIONES DE CO2

Desde la Revolución Industrial, las actividades humanas, especialmente la quema de combustibles fósiles y la deforestación, han incrementado las concentraciones de CO2 en la atmósfera a niveles sin precedentes. Este fenómeno no solo es un testimonio de la huella humana sobre el planeta sino también un poderoso agente del cambio climático. Como António Guterres señaló, "El cambio climático es el mayor desafío de nuestro tiempo y estamos en un momento decisivo".

Las emisiones de CO2 son responsables de aproximadamente el 76% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo significativamente al efecto invernadero y al calentamiento global. Los efectos son globales en su alcance y desastrosamente inclusivos en su impacto, manifestándose en la forma de eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad, y perturbaciones socioeconómicas, entre otros.

Emisiones anuales de dióxido de carbono (CO2) a nivel mundial, Norvento Enerxía 1940 - 2022

El último informe del IPCC subraya que si queremos limitar el calentamiento global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, es imperativo reducir las emisiones globales de CO2 en un 45% para 2030, en comparación con los niveles de 2010, y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. Este es un reto monumental que requiere una acción colectiva y decisiva.

GESTIÓN DE RESIDUOS Y REDUCCIÓN DE EMISIONES

"La Tierra no es un legado de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos". Este proverbio indio resuena con la idea de que debemos gestionar nuestros recursos de manera sostenible. Uno de los aspectos críticos en la gestión de emisiones de CO2 es la gestión de residuos, particularmente los residuos orgánicos.

Cuando se gestionan de manera inapropiada, los residuos orgánicos generan, aparte de olores desagradables, gran cantidad de subproductos perjudiciales como lixiviados y CO2, metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2. Sin embargo, mediante técnicas de gestión adecuada como la digestión anaerobia, estos residuos pueden transformarse en recursos valiosos. La digestión anaerobia, una tecnología que promueve la descomposición de la materia orgánica en un entorno controlado, convierte estos residuos en biogás, una fuente de energía renovable.

Este proceso no solo evita la emisión de metano, sino que también transforma un problema en una solución energética. El biogás producido puede ser utilizado para generar electricidad, calor o incluso ser refinado y convertido en biocombustible para vehículos, evitando dos de los principales emisores de GEI. Además, el digestato resultante, un subproducto rico en nutrientes puede ser utilizado como fertilizante, cerrando el ciclo de la materia orgánica de una manera que beneficia
tanto al medio ambiente como a la economía.

Estas prácticas no solo son esenciales para reducir las emisiones de metano, sino que también promueven una economía circular, donde los residuos se convierten en insumos para nuevos procesos. Hay que trabajar en la implementación de políticas y tecnologías para la gestión eficiente de residuos, puesto que es posible y beneficioso integrar la gestión de residuos en la estrategia general de reducción de emisiones.

EL PAPEL DE LA TECNOLOGÍA EN LA GESTIÓN DE RESIDUOS

La tecnología es un motor de cambio y un catalizador para la innovación. "La innovación es lo que distingue a un líder de los demás", afirmó Steve Jobs, y en el contexto de la gestión de residuos y la reducción de emisiones, la innovación tecnológica es fundamental. Desde la monitorización y reporte de emisiones hasta el tratamiento y reciclaje de residuos, la tecnología ofrece herramientas poderosas para abordar el desafío del cambio climático.

En el marco de las tecnologías avanzadas para la gestión de residuos, una atención particular debe otorgarse a la inversión en sistemas que eviten que la fracción orgánica de los Residuos Sólidos Urbanos (FORSU) termine en vertederos, donde su descomposición generaría emisiones significativas de CO2 y metano, gases altamente implicados en el cambio climático.

La necesidad de invertir en tecnologías para la gestión eficiente del residuo orgánico se hace más evidente al considerar el impacto ambiental de los desechos alimentarios en los vertederos. 

Los vertederos no son solo el destino final de los desechos, sino también incubadoras de gases de efecto invernadero, con el metano emergiendo como un componente 25 veces más perjudicial que el CO2. Además, la fracción orgánica de los Residuos Sólidos Urbanos (FORSU) en los vertederos
contribuye a la generación de lixiviados que pueden contaminar los acuíferos, poniendo en riesgo la calidad del agua y la salud pública.

La termohidrólisis emerge como una tecnología prometedora, actuando como un pretratamiento efectivo que descompone la materia orgánica mediante calor y presión, facilitando su conversión en biogás y digestato a través de la digestión anaerobia. Este proceso de transformación no solo elimina la posibilidad de emisiones nocivas, sino que también maximiza la recuperación de recursos valiosos. Otra ventaja de aplicar termohidrólisis es la capacidad de separación y por tanto de recuperar la práctica totalidad de los orgánicos y transformarlos en sustrato con alto potencial metanogénico y que a su vez sea compatible con otros residuos con menor potencial de generación de subproductos.

Asimismo, la digestión anaerobia representa una estrategia óptima para el tratamiento del FORSU (Fracción Orgánica de Residuos Sólidos Urbanos), convirtiendo estos residuos en biogás y fertilizante, y evitando su llegada a los vertederos donde su potencial como recurso sería irremediablemente perdido. Aunque el compostaje se presenta como una alternativa para la gestión de residuos orgánicos, su eficacia es limitada en comparación. El compostaje, si bien contribuye a la recuperación de material, no optimiza la recuperación energética inherente en los residuos orgánicos y, en muchos casos, el material resultante termina igualmente en vertederos, sin aprovechar plenamente su potencial energético. Por otro lado, la digestión anaerobia no solo evita esta pérdida, sino que también ofrece un camino hacia la sostenibilidad y la economía circular, alineándose con los principios de reducción de la huella de carbono y de la gestión sostenible de nuestros recursos urbanos.

La inversión en la termohidrólisis, la digestión anaerobia, y otras tecnologías complementarias es crucial para abordar los desafíos ilustrados en la imagen y para avanzar hacia una gestión de residuos que sea respetuosa con el medio ambiente y económicamente viable. La integración de estas tecnologías en la infraestructura de manejo de residuos de nuestras ciudades representa un paso esencial hacia un futuro más sostenible.

La transición hacia un futuro sostenible es una tarea compleja que requiere la colaboración entre gobiernos, empresas y ciudadanos. "Debemos convertirnos en el cambio que queremos ver", afirmó Mahatma Gandhi, subrayando la necesidad de acción individual y colectiva. 

El cambio hacia una gestión sostenible de residuos orgánicos requiere de la participación de todos los sectores de la sociedad. Las políticas públicas y las iniciativas empresariales son fundamentales, pero el cambio real se gesta en la conciencia y en las acciones cotidianas de las personas. Promover una cultura de reciclaje y compostaje, apoyar las energías renovables y participar en iniciativas de conservación son pasos que, si bien pueden parecer pequeños, tienen el potencial de generar un impacto significativo.

La educación juega un papel crucial en este proceso. Es a través de la educación que podemos crear una mayor conciencia sobre los desafíos ambientales que enfrentamos y las soluciones que están a nuestro alcance. Campañas de sensibilización, programas educativos y la participación en eventos como el Día Mundial de la Reducción de Emisiones son esenciales para fomentar una mayor comprensión y acción en torno a la gestión de residuos orgánicos.

El Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU son ejemplos de compromisos internacionales dirigidos a combatir el cambio climático. Sin embargo, para que estos compromisos se traduzcan en acción efectiva, se requiere la participación de todos los sectores de la sociedad. Las emisiones de CO2 y su gestión son centrales en la lucha contra el cambio climático. A través de una gestión adecuada de residuos, la adopción de tecnologías innovadoras y la implementación de políticas eficaces, es necesario para avanzar hacia un futuro más sostenible. Puesto que como varios lideres han dicho en diversas ocasiones, el futuro será verde o no será.

 

Javier Sola Vendrell

Director Admón. y Finanzas 

de Econward 

 

 

 

 

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